Suelo vivo: la base invisible del agroecosistema

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Suelo vivo: la base invisible del agroecosistema

En muchas ocasiones, el suelo es relegado al papel de «tierra inerte»: apenas un soporte para los cultivos. Pero en realidad, el suelo es un organismo vivo, una memoria activa del ambiente que sostiene la productividad y la resiliencia de los agroecosistemas. En México, el programa LivinGro, liderado por Syngenta, está cambiando esa percepción. A través de protocolos científicos robustos aplicados en colaboración con CIMMYT, la UNAM y otras instituciones, LivinGro mide hasta 52 parámetros, incluyendo biodiversidad, estructura del suelo, microbioma, erosión, infiltración y capacidad de secuestro de carbono.

Este enfoque integral permite comprender cómo las prácticas agrícolas regenerativas —como los márgenes florales o franjas de vegetación natural— transforman el suelo: favorecen microorganismos, mejoran la estructura, aumentan la materia orgánica y promueven la polinización y el control biológico.

En una era donde la seguridad alimentaria y el cambio climático son retos globales, reconocer al suelo como un ecosistema vivo es crucial. Los suelos saludables son bases productivas más sostenibles, resilientes ante la sequía, ricos en biodiversidad útil y capaces de responder a las necesidades del presente y del futuro.

El suelo guarda historias que solo los ojos atentos saben leer. Cada semilla que siembras, cada práctica que adoptas, puede devolverle fuerza y vida a la tierra.

En #PROAgricultor creemos que los verdaderos héroes del campo son quienes cultivan con conciencia, protegen la biodiversidad y cuidan el legado que dejarán a las próximas generaciones.
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